lunes, 18 de junio de 2012

EL ÚLTIMO QUEBRANTAHUESOS


Foto: Álex Villalobos
Publicado en PEDALIER

Soy una especie en extinción. Un superviviente del grupo que hemos sobrevolado juntos durante muchos kilómetros todas estas magníficas montañas, donde venimos año tras año miles y miles de ejemplares que como yo anidamos en sus cimas nuestras ilusiones. Unos lo conseguirán. Otros las irán enterrando por el camino. Yo hoy me he quedado solo, no he podido seguir el ritmo de la bandada en la que viajaba. Voy a llegar el último a destino. Ya sobrevuelo la recta de llegada. Estoy agotado del viaje. Un último esfuerzo para recibir al menos el calor de la gente que me va a recibir con todos los honores. Es lo bueno que tiene el ser una especie protegida, a los más débiles se les cuida más. No en vano vengo muy bien acompañado: ambulancia, policías haciendo sonar sus sirenas y coches de asistencia. Me siento mimado por el recibimiento. Aplausos, vítores, gritos de "campeón, campeón". Esto es lo mejor. Y por fin he llegado. He sobrevivido a una enorme bandada de depredadores que han intentado devorarme. Soy el último quebrantahuesos.

Esta mañana, hace tan "sólo" 12 horas, me las prometía muy felices. Contento por estar de nuevo aquí, en la línea de salida junto a otros "rapaces". Me encontraba fuerte, con ganas de liarla. Para eso este año había entrenado sobrevolando carreteras, puertos y más puertos. Estaba bien preparado. Había espabilado para llegar pronto y colocarme justo detrás de los ejemplares más feroces, los que llevaban en su dorso marcas de pintura amarilla, rosa o verde. Señales de guerra. Los mejores especímenes, de rostros afilados, los que volaban más rápido y más alto. No me intimidaban. Yo quería estar ahí y aprovechar el rebufo de este enorme grupo de élite. Al menos lo quería intentar.

Pistoletazo de salida. Salimos escopeteados, como una bandada de pájaros asustados por un potente petardo. Volamos. Circunvalamos Sabiñánigo a no menos de 45-50 km/h. Aguanto bien, a rueda del grupo de cabeza. No distingo bien a la gente que nos anima y nos aplaude. Vamos muy rápido. El pueblo se ha volcado, como siempre. Afrontamos las interminables rectas de los llanos de Jaca, cada vez más deprisa. El pulso se me acelera. No bajo el ritmo. Este año voy a por todas y quiero el oro. A velocidad de vértigo nos plantamos en Canfranc. Hasta aquí he llegado. Ahora empieza a endurecerse el puerto y ya no puedo seguir más este ritmo infernal. Levanto el pie y dejo escapar no menos de 500 fenómenos que no corren, vuelan dirección a la primera cima del día. Serán los quebrantahuesos que se jugarán entre ellos la victoria. Me despido de ellos. Ya no los volveré a ver en todo el día.

Subo dos piñones. Me dejo alcanzar por un segundo grupo. Enorme también. A ver si me acomodo entre ellos. Me meto. Me pongo a rebufo. El ritmo también es muy alto. Algunos me miran de reojo como diciendo "¿a dónde ibas pájaro?". Veo que tampoco voy cómodo. Sigo con las pulsaciones por las nubes. No hay manera de estabilizarlas. Esta gente también tira mucho. No puedo aguantar en los repechos. Van a bloque. Y yo que creía que iba bien. Me van pasando y poco a poco voy perdiendo posiciones del numeroso grupo. Calculo que debemos ser unos mil ahora mismo los que viajamos juntos. Me siguen adelantando y yo en vez de avivar el ritmo lo voy perdiendo, voy a menos. Este tampoco es mi grupo. Me voy rezagando y ya voy el último. No puedo seguir ni siquiera al que me precede. También lo voy perdiendo. Me quedo un momento solo en tierra de nadie. Sólo serán un par de minutos. En seguida veo cómo se acerca otro gran pelotón, más grande aún si cabe que el que me acaba de dejar. Me alcanzan. Sigo con ellos un buen rato. Van rápido pero puedo seguirles, aunque en ello me va el ir a tope. Llego con este grupo como puedo a Candanchú. Aún y así estoy contento de cómo he subido. La vez que más fuerte y más rápido lo he hecho. Llegamos al avituallamiento y veo que la mayoría de los que íbamos juntos ni paran ("¡Eh! ¿Dónde vais chicos?"). Del gran grupo que éramos solo quedamos unos pocos. La mayoría ha emprendido el vuelo. Yo tengo que parar. Creo que me he pasado. No me empiezo a encontrar demasiado bien. Como y bebo algo. Tengo que llegar arriba lo antes posible porque por aquí no paran de pasar y nadie para. Han debido pasar más de mil en unos pocos minutos. Tiro para arriba con otro grupo que no ha parado. Coronamos en medio de un ambiente excepcional. Mucha gente, muchos ánimos ("aúpa, aúpa"). Y mucha niebla y frío. Paro a ponerme el chubasquero porque la bajada además está húmeda. ¿Qué pasa? ¿Aquí tampoco para nadie? Los que venían conmigo han recogido periódicos de la gente y se los han colocado en el pecho y se han tirado para abajo. ¡Qué valientes! De esta manera, de nuevo, vuelvo a perder otro tren. Ataco la bajada, con más miedo que otra cosa. Me giro y otro numeroso grupo viene decidido a por mí. Me pasan por todos lados, por la izquierda, por la derecha... Me han pasado muchísimos que no sé cómo tienen narices de bajar así. Sigue habiendo mucha niebla. Los abnegados voluntarios hacen sonar pitos avisando de los peligros de la carretera. Son geniales, de verdad. Finalizamos el descenso y tiramos con decisión hacia el Marie Blanque. Voy en un grupo mucho más cómodo, pero que también tira fuerte. Van por faena.

Iniciamos la subida a la Dama Blanca. Las sensaciones no son buenas. Paro, pero esta vez para quitarme el chubasquero. Como la mayoría de los que venían conmigo llevaban periódicos que, por cierto, los han tirado al suelo (¡muy mal!) pues me quedo solo de nuevo. Por poco rato, por eso. Sigo con la escalada. Nada, no voy fino. No tiro. Me siguen adelantando algunos como auténticas motos por ambos lados. Yo sigo a mi ritmo. Llega la parte dura. Meto todo y para arriba. Voy muy despacio. Por suerte la temperatura es buena, pero yo "no voy". Me siguen pasando. Mi corazón quiere pero mis piernas no pueden. Me bajo de la bici. Ando un rato con ella al lado. Soy de los pocos que lo hacen. La gente sigue subiendo a muy buen ritmo. Ya oigo el griterío de la cima. Estamos cerca. Me subo de nuevo a la bici. No quiero ni pensar en toda la gente que me ha pasado. Aquí me olvido del oro, de la plata y de hacer buen tiempo. Ya sólo pienso en acabarla. Llego arriba. Chubasquero y para abajo, con más motivo, ya que ahora se ha puesto a llover. Paro en el avituallamiento que está petado de gente. Intento comer, beber y recuperarme. Una voluntaria, muy amable y con una sonrisa, me da dos plátanos ("te irán bien"). Me los como sin rechistar.  

Descenso, lluvia y pinchazo. Al llegar al cruce dirección Laruns me encuentro que voy “blando”. Miro la rueda trasera. ¡He pinchado! Indico con la mano al numeroso grupo en el que ahora estaba inmerso de que me voy a parar a mano derecha. ¡Qué mala suerte! Ahora que había pillado un pelotón “cómodo”. Miro de cambiar la cámara rápidamente pero con la lluvia se me antoja si no complicado al menos molesto. Siguen pasando grupos y grupos que me miran algunos con lástima y otros ni me miran. Pero ninguno para. Sigo adelante. Se está haciendo tardísimo. Me engancha otro pelotón bastante majo y vamos haciendo. Llegamos al cruce del Portalet. Sigo sin ir bien. Cruzamos el túnel y me doy cuenta que hace bastante rato que no como nada. Echo mano de una barrita. La mordisqueo e intento tragar. No puedo. No me entra la comida. Guardo el resto en el bolsillo de atrás del maillot mientras veo como mis compañeros de ruta en aquel momento se van alejando poco a poco y yo no puedo seguirles ni siquiera el suave ritmo que van imponiendo.

La pájara y el tío del mazo. Las piernas no me van. La cabeza me da vueltas. Sigue pasando gente que para mí, tal y como voy, me producen auténtico vértigo. Pero sigo pedaleando, muy despacio. Ya no miro ni el reloj. Las pulsaciones hace rato que ni me suben. Llevo un globo de cuidado. No sé qué tiempo debo de llevar pero me está cayendo un verano, como diría el Butanito. Hace rato que no veo a nadie ni por delante ni por detrás. La presa de Artouste se me presenta como un muro infranqueable. Paro un momento. Respiro. Vuelvo a intentar comer algo. Nada, no puedo. Parece que a lo lejos viene alguien. Detrás una ambulancia. ¡Deben ser los últimos! Me subo a la bici e intento ir un rato con ellos. Me dicen que aún queda gente por detrás, poca, pero aún vienen ciclistas. Estos chicos con los que ahora pedaleo un rato en su compañía van tocados, bastante, pero van haciendo, a ritmo de caracol pero van superando rampa tras rampa. Yo voy tan mal que incluso me cuesta seguirles. Los excesos se pagan y yo lo estoy haciendo con creces. En mi cabeza un único pensamiento: intentar pasar el control de las 6 de la tarde arriba del puerto y dejarme caer y finalizar. Llegamos al avituallamiento. Aquí casi no hay nadie. Paramos todos a rellenar bidones y a comer algo. Seguimos. El puerto se abre. Precioso. La parte más bonita de la marcha. Con mucho dolor y muy despacio, avanzamos. No me puedo poner de pie, me dan amagos de calambre. Digo adiós de nuevo a mis compañeros de viaje y dejo que se marchen. Veo cómo se van alejando. Cómo me duelen las piernas. Y el pecho. El pulso no me sube. Me giro en una curva y ya veo cómo ascienden tres o cuatro grupos pequeños de ciclistas. Les siguen las últimas ambulancias y unos cuantos policías en moto. Éstos sí que son los últimos. Me dan alcance. Me dicen que me ponga a rueda. ¿Dónde está la gente? Por fin, con mucha más pena que gloria, entramos en el último kilómetro de ascensión. No queda casi gente. ¿Dónde están los ánimos? Aquí ya se ha marchado todo el mundo. Apenas quedan dos o tres autocaravanas. Sus propietarios cuando nos ven, salen e intentar darnos el último aliento (“aúpa, aúpa”). Coronamos por los pelos a las seis menos cinco minutos. Nos dejamos caer justo hasta el cruce donde los voluntarios nos vuelven a desviar.

La hoz y el martillo. Giramos los 8 integrantes del último pelotón de la marcha. Llaneamos e iniciamos la tachuela de Hoz. Aquí mis amigos se vuelven a distanciar. Quedamos un señor mayor y yo. Me bajo de la bici y continuo andando. No puedo más. Estoy al borde del abandono. Pero no lo voy a dejar ahora cuando tengo casi finalizada la marcha. Oigo el ruido de los motores de las ambulancias... y el de las motos. Sigo con mi particular procesión. El veterano ha seguido pedaleando firme hacia arriba. A veces se gira y me mira. Creo que quiere esperarme. Le digo que no, que siga adelante. Aunque no sé si lo hace por eso o para quedarse él el último. Siempre había oído de la gloria al héroe del farolillo rojo. Hasta me hacía ilusión. Ya está, ya lo he perdido de vista. Ya soy definitivamente el último. Corono. Bebo agua. Este pueblo es una pasada. Aún queda gente aquí animando. Con fuerzas renovadas me veo con ganas de acabar por fin. Afronto las pestosas rectas en dirección Sabiñánigo. Viento en contra. Voy llaneando bien pero no voy muy deprisa. Voy solo, en bicicleta. Las ambulancias, coches de la organización, motos de la guardia civil me acompañan. Soy el último quebrantahuesos.

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viernes, 8 de junio de 2012

PEDALIER 48


EL GRAN EMBALSE Por Jon Beunza De momento nada cambia. Números, índices, ratios, porcentajes...siguen inundando nuestro día a día. Tintados de negatividad y sin visos de cambios a corto plazo siguen copando la mayoría de las conversaciones. Es la realidad y lo que nos espera hasta que regresemos al mundo de verdad, ese que tiene los pies bien asentados sobre la tierra. La negatividad nos desborda, los fantasmas crecen y se duda de todo. Pero hay que pensar que esto debe cambiar y hay cosas que van a volver a funcionar, quizás no en la medida de sobrevaloración que lo hicieron en su día, pero sí que serán rentables a base de tesón, trabajo y control. El mundo de los negocios es caprichoso pero no tengo dudas de que el ciclismo es un sector con futuro. Somos un gran embalse con capacidad para recoger aguas de muchos ríos, arroyos, manantiales, regatas y cascadas… Nos abastece la competición, el mundo de los profesionales, la cara que más se ve, es el Tour, Giro, Vuelta. Una tarjeta de presentación que hay que saber cuidar mucho y que incide directamente en la imagen que se transmite y en la llegada de inversores de sectores ajenos al nuestro. Últimamente en alguna conversación he tenido sobre la mesa el futuro del ciclismo de competición. Es importante ser capaces de conectar con la gente joven. El ciclismo es duro y la juventud en los últimos años ha tenido muchas cosas demasiado fáciles, pero lo que estamos viviendo va a hacer que valores como esfuerzo y sacrifico recuperen protagonismo y aquí el ciclismo debe saber salir ganando. De lo que no tengo dudas es que el gran río que va a abastecer nuestro embalse es el cicloturismo. Además, va a ser un río caudaloso, de los que siempre llevan agua y que garantizará que nuestro embalse no se seque nunca. El número de cicloturistas no para de crecer, ya sea por cuestiones de salud, por deporte, por competición, por turismo, da igual. El cicloturismo es nuestro pulmón y no verlo es llevar una venda en los ojos. Tampoco podemos olvidarnos de otros sectores como el BTT que sigue su propio camino y que con el cicloturismo forma el tándem perfecto para creer en un futuro. Pero es que además tenemos también todo el tema de las bicis urbanas, el spinning…. Y es que la bici siempre ha sido parte de nuestras vidas. Para cualquier niño, tener una bicicleta era como tener un balón o una muñeca y eso debe seguir siendo así. Estamos obligados a hacer bien las cosas, ser más piña que nunca, captar mensajes y esperar a que el ansiado deshielo llene al máximo este gran embalse que mantendrá nuestro deporte o hobbie más vivo y fértil que nunca, PEDALIER EDITORIAL NOTICIAS ESCAPARATE Y PRODUCTO OPINIÓN Y TÉCNICA VALLE DE AYORA-COFRENTES: Cumpliendo promesas ESCAPADA SHIMANO BENIDORM: Recuerdos al sol CANYON ROAD TEST: La conquista del Penedés 1.000 BIG’S: La meta es el camino GENTE LA VIDA ES SUEÑO: La letra escarlata MOMENTOS: Galibier, La Herrera, Bales, Morrón de Espuña, Marcha Rompepiernas LUGARES E HISTORIAS: Collfred TESOROS: Monumento a Manuel Sanroma (Almagro)

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viernes, 18 de mayo de 2012

PDL PRO 23


Aquí nos tenéis otra vez. Cerramos la temporada pasada en plena forma pero nuestro parón invernal ha sido un poco más largo de lo habitual. A todos nos gusta estar siempre ahí, dándolo todo en cada momento pero es importante ser estrategas y saber regularse. Por eso llegamos ahora, bien preparados y llenos de ganas y fuerza para los grandes momentos de la temporada. Podemos aseguraros que estos últimos meses han sido de gran actividad. El día a día obliga a evolucionar y reinventarse constantemente porque el hecho de ser competitivos se ha convertido en ley de vida y esto, exige una preparación. Nuestro objetivo es ir “Cerrando el círculo” dando un paso hacia delante y apostando decididamente por una información integral… Tenemos revistas (Pedalier y Pedalier Pro), en las que ofrecemos al lector un punto de vista diferente del ciclismo, más cercano. Apostamos por la calidad de imagen y contenidos, intentamos hacer revistas de las que gusta conservar. Contamos con una web (www.pedalierweb.es) con la que acercar la información del ciclismo profesional y cicloturista a través de algunas de las mejores firmas y fotógrafos del ciclismo internacional y en las que cualquier aficionado puede tener su espacio. Hemos creado Pedalier TV con el propósito de mostrar el ciclismo desde dentro. Vivimos nuestro tiempo y estamos en twitter, facebook, newsletter… Organizamos y colaboramos con diferentes eventos… Te informamos pero también buscamos entretenerte. Todo con nuestra filosofía. Los resultados importan, son la base de cualquier deportista pero para nosotros son más importantes las personas. Cercanía, frescura y pasión. Es el momento Pedalier…vívelo con nosotros Jon Beunza/Laura Meseguer PDL PRO OPINIÓN SALUD JOAQUIM RODRÍGUEZ ÁNGEL MADRAZO LA MONTAÑA DEL GIRO JENS VOIGT PETER SAGAN DE CHARLETA CON RABOBANK CON EL HIELO EN LAS VENAS DIARIO DE PATXI VILA CHENTE GARCÍA ACOSTA LIEJA BASTOGNE LIEJA MOMENTOS: TOM BOONEN LOS TWEETS EL PELOTÓN JAVIER RAMÍREZ ABEJA

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martes, 1 de mayo de 2012

EL RIVAL


Ya está ahí otra vez. ¡Qué pesado! Cada día me lo encuentro al salir de casa, a la misma hora, cuando me dispongo a rodar un ratito. Casualidad o no, parece que coincidimos en los días de “entreno”. ¡Qué cosas! Encima lleva una bici como la mía. Y además, como siempre también, sin saludarme ni dirigirme la palabra. Ya le vale. Me pongo a su rueda pero manteniendo una cierta distancia. De momento no quiero que se pique, de momento… Y es que, como cada martes o jueves que salimos, hacemos siempre también la misma ruta. Él va a su bola, sin mirar atrás. Yo le miro de reojo, observando sus movimientos, tanteando mis posibilidades de, una vez por todas, darle un poco de caña, porque últimamente me tiene frito y en cuanto me descuido lo pierdo de vista. Se me va un poco, unos 50 metros. Aprieto un poco para, una vez hayamos salido de la ciudad y a carretera abierta, poder ponerme a su rueda, si me deja. Parece que está fuerte. Le sigo, le sigo. 10 metros y ya lo tengo. Me pongo a su lado pero tampoco le digo nada, ni se inmuta. ¡Qué carácter! Y sigue callado, dándole fuerte a los pedales. Pero esta vez aquí me tiene y le enseño mi rueda de atrás. Ahora se mantiene pegado a mí. Lo quiero soltar, pero de momento no puedo. A veces, se coloca también a mi lado, desafiante. Intenta rebasarme. No lo consigue. Yo sigo apretando y se pone ahora, otra vez, a rueda. Llega un repecho, fuerte, y el tío me demarra y se larga, no mucho, unos 100 metros y me deja algo frustrado. Sin embargo, aún lo tengo en mi campo de visión. Los dos conocemos muy bien la ruta y sabemos dónde apretarnos. Ya llegará mi oportunidad, ya… La distancia con él va aumentando o disminuyendo, según los caprichos de esta carretera, muy técnica, entretenida y divertida, con continuos cambios de ritmos, subes, bajas, curveas… por eso nos gusta tanto y siempre venimos por aquí. Ya queda poco para llegar a mi terreno favorito, 500 metros de falso llano, con tendencia descendente, donde lo meto todo y ruedo “a fondo”. En efecto, cada vez lo veo más cerca, sigo dándole fuerte a los pedales, ya lo tengo, ya lo tengo… y lo adelanto con tanta fuerza que no le doy opción si quiera a engancharse a mi rueda. Seguramente no me esperaba. Pensaría que estaba más lejos. Yo no le he visto ni la cara. Y tiro para adelante, sin mirar atrás, pero me parece que le estoy dando caña. Sigo, sigo… y venga va, me giro un momento y lo veo lejos, a unos 200 metros. Estoy a punto de acabar el recorrido, este precioso circuito que me he diseñado. Parece que esta vez no “viene”. Yo a lo mío. Mil metros y finalizo. Llego a casa. Ya está. Un “beep, beep”, me alerta y me hace mirar de nuevo a mi GPS, instalado en el manillar: “¡Felicidades! ¡Has ganado!”. Y sonrío con satisfacción. Me acababa de meter dos minutos a mí mismo, o lo que es lo mismo, a mi “compañero virtual”, el que me acompaña día tras día.

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domingo, 22 de abril de 2012

LA RESACA


Foto. A. Epelde ¡Buf, qué mal me he despertado hoy! Me tomo el pulso y aún lo tengo algo acelerado. Menos mal que es domingo, porque la “marcha” de ayer me ha sentado fatal. Tengo un terrible dolor de cabeza, producido sin duda por el tremendo esfuerzo que me supuso ayer estar a un nivel muy alto para acabar con un buen tiempo la prueba, pero sobre todo para salir a todos los palos que me dieron mis colegas. Ya les vale. Claro que la culpa es mía, a mí quién me manda meterme en esos fregaos. Y es que siempre me digo lo mismo, que la próxima vez pasaré de ellos y que me lo tomaré con más calma, rodando con otros amigos digamos más tranquilos. Pero es que, cuando luego me veo en faena, no lo puedo remediar y al final me veo respondiendo a todos los hachazos. Qué le voy a hacer. No me tendría que picar tanto. Por eso estoy hoy así, por mi mala cabeza. Aún tengo un cierto regusto, con sabor a sangre, en la boca. Y no paro de beber agua. ¡Vaya tralla que dimos ayer! Y me duele todo. Estoy cansadísimo, sobre todo las piernas. Cómo duelen cuando bajo las escaleras… Me parece que me voy a pasar el día en la horizontal. Además tampoco he pasado buena noche. De lo cansado que estaba me costó mucho coger el sueño y no he dormido bien. No sabía qué postura coger. Creo que sólo me levantaré a comer, aunque tampoco tengo mucha hambre. Si ingiero algo será para poder tomarme algún antiinflamatorio, a ver si recupero algo, que mañana hay que ir a trabajar. Y es que… ¡vaya desastre! No es el primer domingo que me arrastro por casa. Esto no puede ser. Ni debe ser sano, para nada. Aún me siguen dando pinchazos en la cabeza. Encima ayer pasamos un calor de la leche y me parece que estoy algo deshidratado. He orinado y es un poco oscura. Hay que beber más. Me miro en el espejo y me veo negro, con ojeras y negro. Me dio fuerte el sol ayer. Tengo marcas por todos lados, en los brazos, en las piernas, hasta la cinta del casco se me ha quedado marcada en el cuello. Parezco un cromo. Me vuelvo a la cama. Me gustaría seguir la carrera que dan hoy por la tele, aunque me parece que como vea más bicis me voy a encontrar peor. Es como esa sensación que te produce, después de un empacho, ver una pastelería. Enciendo la televisión de todas formas. La etapa es llana. Creo que me voy a dormir. Si al menos hoy hubiera montaña… Miro el reloj… ¡he dormido 2 horas de siesta! ¿Sabéis que os digo? Pues que como aún hay bastante luz me voy a dar una vueltecita con la bici. ¡Hala! Para combatir la resaca, lo mejor un paseíto para estirar piernas y eliminar toxinas… ¡qué bien me sienta la bici!


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sábado, 7 de abril de 2012

LA CICLISTA


(Publicado en PEDALIER 46)

Invierno. Son las 8 de la mañana. Ahí afuera hace un frío que pela. Creo que deberemos rondar los 0ºC. Hasta la casa está fría. Enciendo la chimenea. Calor de hogar. Mientras tomo el café me asomo a la ventana a ver si la veo. Mi casa está justo al final de la colina principal que corona el pueblo, una rampa dura de unos 500 m al 10%, pero es que para llegar hasta aquí hay una respetable subida de 5 km al 6%. 

El cielo de un gris plomizo, apenas deja pasar el sol. Observo los árboles desnudos y escucho el sonido del viento, aire frío y molesto del norte, el habitual por estas fechas. La carretera está muy húmeda y me viene un olor intenso a chimeneas encendidas. La verdad es que tengo ganas de verla ya que hace bastante que no pasa por aquí, desde mucho antes de Navidad. Se habrá tomado su merecido mes de descanso, pero como es habitual en ella, hoy es el primer sábado después de las fiestas y seguro que hoy la veo. Siempre inicia su temporada en esta fecha realizando este recorrido ascendiendo este pequeño alto donde yo vivo. 

Se retrasa bastante. Es normal. Seguro que se lo ha tomado con calma. Después del parón invernal, las fiestas y el frío que hace no es para menos. El reloj está a punto de tocar las 9 de la mañana. Parece que se acerca alguien a lo lejos en bici. Tiene que ser ella. En efecto, es mi "amiga" ciclista. No la conozco de nada, pero la he visto pasar muchas veces. Viene muy tranquila, moviendo un desarrollo muy cómodo. Si no fuera porque sé que es ella, casi no la reconocería. Muy abrigada, con un buff que le tapa casi toda la cara y sólo se distinguen sus bonitos ojos detrás de sus gafas claras, su pelo recogido bajo su casco de color metalizado, chaqueta térmica de color amarillo y un culotte largo de invierno ajustado que delatan que estos días ha echado algunos kilillos, no muchos, tres o cuatro. Unos guantes de riguroso invierno y unos botines a juego completan su equipación en estos primeros kilómetros del año. 

La verdad es que debe ser una sensación muy especial salir de casa el primer día del año con la bici y pegar esa primera pedalada, ya sea con la derecha o con la izquierda, que hay para todos los gustos, y completar ese primer kilómetro pedaleando al que le seguirán miles y miles más durante toda la temporada. Hoy mi "amiga", del cual desconozco su nombre, va muy tranquila sobre su blanca y reluciente bici. Seguro que unos días antes de salir le ha dado un buen repaso, engrasándola y limpiándola. 

Llega a mi altura y corona el repecho. Como siempre también gira su cabeza arriba y hacia la derecha como buscándome. Aquí estoy. Me saluda con un ligero y tímido movimiento de cabeza. Le contesto con una sonrisa. Nada más iniciar el suave descenso que viene a continuación ya veo que echa mano del plato grande y se deja caer pedaleando con tranquilidad. Ya no la volveré a ver hasta la semana que viene.

Primavera. La luz del sol me despierta. Las ocho en el reloj. Me hago el café y me asomo rápido a la ventana. La abro y respiro. Hace un fresco agradable. Los árboles empiezan a vestirse de verde y escucho el agradable sonido del canto de las golondrinas revoloteando alrededor de mi casa. Es una bonita mañana de abril con el cielo completamente despejado. Sopla una ligera brisa y en el campo que tengo delante de casa ya florecen las amapolas. Hemos dejado por fin el invierno atrás. 

Hoy seguro que viene con ganas. Ya está aquí. Y viene bastante deprisa. Apena pasa un cuarto de hora de las 8. Lleva dos o tres piñones menos desde la última vez que la vi. La encuentro más atlética y sin duda ya ha dejado por el camino los kilos que le sobraban. Ya lleva culotte corto, mostrando sus bonitas piernas que empiezan a estar ya bastante morenas. Aún va con maillot largo. En las bajadas aún hace fresquito. Ha cambiado sus gafas transparentes por otras oscuras. El sol empieza a pegar. Veo su cara, también ya morenita y se ha soltado un poco su corta melena. Es muy guapa, la verdad, y la veo muy en forma. Va por faena y muy concentrada. Apenas hoy se fija en mí. Aún y así hace un gesto como de saludo. 

No sé ni siquiera si me ha visto o ha intuido que estaba ahí asomado como siempre. Creo que hoy ha debido subir muy rápido, ha coronado, ha puesto plato y se ha lanzado como una posesa hacia abajo. Estos días la veré más a menudo. Hoy es martes, el jueves seguro que vuelve y el sábado también. Está entrenando duro.

Verano. Hoy me he despertado antes de las 8. Son las 7:30. Ya no podía dormir más y no paraba de dar vueltas en la cama. Hace ya mucho calor y eso que duermo con la ventana abierta. El sol está ya bastante alto y el termómetro marca ya 22 grados, lo que promete una jornada de intenso calor. Oigo el canto de las chicharras, tostándose al sol, y a lo lejos campos amarillos de trigo a punto de ser segados. Suerte que aquí arriba tengo estos frondosos árboles que protegen y dan un poco de sombra a mi casa. 

Miro el calendario. Ya estamos a finales de junio. Me asomo a la ventana y giro mi cabeza directamente a la derecha. Ya ha pasado, la veo a lo lejos que ya ha iniciado hace un rato el descenso. Estos días, a no ser que madrugue, sólo la veré por detrás, muy morena, completamente de corto, con su maillot azul y su culotte blanco alejándose como una moto. Hoy seguro que habrá hecho su mejor tiempo subiendo hasta aquí. Ya está preparada.
Hasta el otoño, guapa.

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miércoles, 28 de marzo de 2012

PEDALIER 47


MARCHAS Y HOMENAJES
Por Jon Beunza

Llegamos a los meses más intensos para la mayoría. La acción manda y casi todos caemos en la tentación de participar en alguna marcha. Cada uno a su manera, unos con el objetivo de disfrutar, conocer nuevas zonas y compartir kilómetros con viejos amigos; otros más centrados en el lado competitivo y mejorar sus tiempos… la libertad de elección manda, el caso es que la gente disfrute y responda, y se pueda ver la línea de salida de cada prueba rebosante de bicicletas. Esto es algo que me alegra especialmente, y como ya hemos comentado en más de una ocasión, una justa recompensa para un grupo organizador que se desvive por sacar su marcha adelante.

Viendo el programa de todas estas marchas, vemos que en buena parte de ellas se realizan homenajes a corredores tanto en activo como retirados. Esto es algo que también me gusta y además por partida doble. Por una parte es una oportunidad inmejorable para reconocer, valorar y premiar la vida deportiva de grandes deportistas, han sido nuestros ídolos, un ejemplo y nos han hecho sentir muchos buenos momentos. Por otro lado nos sirve para descubrir que aunque el ciclismo haya sido su profesión, son auténticos apasionados de la bicicleta. Han sacrificado su vida por ella y saben que muy posiblemente su vida no conseguirá separarles totalmente de ella nunca. Particularmente este en un hecho que me ha llamado mucho la atención, el de acercarnos al lado humano de muchos de nuestro ídolos y sinceramente me ha alegrado lo que he visto. Grandes ciclistas y grandes personas. En su día, ésta fue una de las principales razones que nos animó a empezar con PDL PRO (la versión Pro de Pedalier) ya que veíamos como muchos de los corredores viven, se ilusionan y apasionan con el ciclismo. Hay algo más allá del mero deportista, algo más humano, algo a lo que queríamos llegar para acercarlo a los lectores. La bici sea profesión o hobbie, tiene algo que engancha y son pocos los que conociendo este mundo consiguen escapar a su hechizo.

Hablando de marchas, en este número os acercamos un reportaje especial centrado en algunas de las de nuestro calendario. Cicloturismo es una palabra compuesta y hemos querido ser literales, fieles a los dos vocablos que la integran y por tanto la definen. Ciclo y turismo.. Ciclo por los atractivos ciclistas que nos ofrecen sus recorridos, y turismo porque no podemos olvidar que las marchas son una oportunidad inmejorable para conocer nuevas zona. Muchos de los lugares de nuestra geografía los conozco gracias a la bicicleta y me siento muy orgulloso y afortunado de ello.

Sumario

02. EDITORIAL 
04. NOTICIAS 
10. ESCAPARATE Y PRODUCTO 
18. OPINIÓN
28. MALLORCA: Serra de Tramuntana 
41 CICLO & TURISMO: Selección de marchas.
56. LOS ANDES A GOLPE DE PEDAL 
62. LA PROPUESTA “Por la Ribeira Sacra de Ourense”
64. GENTE Y CLUBES 
66. LA VIDA ES SUEÑO: Idalpe y Alpe Fuori 
70. PUÑOS ASTURES: Gamoniteiro y Cuitu Negro 
80. TESOROS: Xorret del Catí

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martes, 7 de febrero de 2012

PEDALIER 46


VOLVER A LA REALIDAD

Por Jon Beunza

Qué hemos vivido en un mundo de mentira durante estos últimos años es una realidad que ya no se le escapa a nadie. No verlo es meter la cabeza en el agujero y no reaccionar, más de lo mismo. Nada volverá a ser como antes, pero esto no quiere decir que las cosas tengan que ser peores. A la inmensa mayoría no nos queda otra que poner los pies en el suelo y volver a sentir el mundo de verdad, ese en el que casi nada es sencillo pero que también sabe compensar y valorar los esfuerzos.
No hay sector que se libre, todos compartimos saco. Hablando de lo nuestro podríamos empezar por las Marchas. En los últimos años su número no ha parado de crecer pero ahora la realidad es otra y para cuadrar un presupuesto se necesitan malabares. El dinero público y por tanto las subvenciones y ayudas escasean, son pocas las empresas tanto de dentro como de fuera del sector que pueden permitirse ayudar y llevar un proyecto cargado de riesgo resulta desmoralizante. La solución puede ser retroceder un buen número de años, hacernos más básicos y volver a poner en primera línea el esfuerzo de un grupo organizador al que le duele en el alma ver apagarse su prueba. Al final los balances tendrán la última palabra pero llega el momento de valorar más que nunca el trabajo de esta gente y si es necesario creo que no estaría de más poner un freno a nuestro grado de exigencia para ayudar.
Pero también está claro que no corren los mismos vientos para todos y las marchas más potentes, las que mueven a mucha gente se van a mantener. Ellos lo tienen un poco más fácil, tienen un público ganado y eso es un gancho que abre puertas.
Lo mismo ocurre con el mercado. Las marcas están obligadas a hacer reajustes, es necesario reinventarse, hacer las cosas bien, con ambición pero sin prisas. No moverse es un obstáculo insalvable.
El componente económico es un claro indicador de lo que ocurre pero en nuestro caso y por fortuna, hay mucho más. Hablamos de cicloturismo y para la inmensa mayoría, la buena o mala marcha del sector, aunque le importa, no le impide en absoluto disfrutar de su pasión. Por poner un ejemplo, nuestro espíritu viajero creo que es algo que apenas va a cambiar. El turismo de la bicicleta no es un turismo de lujo, somos apañaditos y nos conformamos con poco siempre que la carretera, orografía y naturaleza nos den el resto. Y aquí nos acercamos al punto donde quería llegar. Cerca o lejos, para arriba o para abajo, con frío o con calor, con mejor o peor material, el caso es que nada tiene por qué impedirnos seguir disfrutando de la bici. Cambiaran los actores, el escenario pero nuestra inseparable compañera seguirá ahí, tendiéndonos una mano. Es lo que nos gusta, nuestro interruptor de desconexión, nuestra puerta a la libertad y eso es lo que vale.
La realidad obliga a valorar lo que tenemos y la bici es muchísimo más que dar pedales.

SUMARIO
02. INTRO
04. NOTICIAS
08. ESCAPARATE Y PRODUCTO
14. OPINIÓN
22. PREPARACIÓN FÍSICA - SALUD - TÉCNICA
28. SOMIEDO Y TEVERGA (ASTURIAS)
“El paraíso de los mil puertos” Altimetrías: La Farrapona, San Lorenzo, Somiedo, La Ventana, Valle de Lago.
42. PLAYITAS (FUERTEVENTURA) “Supera tus límites”
46. TENERIFE “Descubrirla es repetir”
56. LA VIDA ES SUEÑO: Alpe Galm
60. GENTE Y CLUBES
66. LOS GRANDES ALPES EN HD
72. LUGARES E HISTORIAS: Grossglockner
76. CALENDARIO MARCHAS 2012
78. MOMENTOS
80. TESOROS: Serra Seca

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martes, 31 de enero de 2012

INFIEL


Voy a entrar despacio, no sea que se entere. No me puede ver así. Entraré de puntillas. Necesito reflexionar. No puedo llegar en esta situación, sin haber estado con ella, y que se pregunte “pero tú… ¿de dónde vienes?”. Aunque la ...verdad es que a ella le sabría bastante peor, tanto, que le daría el disgusto de su vida.

Después de tantos años a su lado, con mi compañera americana, esta vez le he fallado.
Hoy he tenido una aventura, una historia nueva para mí. Quizás me hacía falta un cambio de aires o simplemente experimentar nuevas sensaciones. Tenía que probar otras cosas. La rutina, la monotonía, hace que a veces caigamos en tentaciones no deseadas. Puede ser que con el tiempo, y sin darnos cuenta, nos hayamos aburrido el uno del otro, pero nos seguimos queriendo muchísimo.

No en vano han sido muchas las experiencias vividas juntos, muchos esfuerzos compartidos. Una relación que siempre ha resultado muy satisfactoria, muy feliz, con sus lógicos altibajos. Nos hemos reído juntos, hemos gozado de un amor pasional, en el que tampoco han faltado la sangre, el sudor y las lágrimas.

Pero ahora estoy con remordimientos, muchos. Me voy a ir a duchar. Me siento sucio. A ver cómo se lo cuento. Espero que lo entienda. Seguramente no me dirá nada. Mantendrá ese silencio tan profundo que me deja completamente fuera de sitio, como siempre que se enfada conmigo. Aunque esta vez es peor y no sé lo qué va a pasar. No creo que quiera compartirme con nadie. Lógico. Tampoco es mi intención. Ni siquiera me he planteado repetir la experiencia ni mucho menos abandonar a mi compañera. Para nada.

Aunque también sea doloroso, tendré que renunciar a este nuevo amor que me ha surgido.
Todo comenzó hace unos días cuando un amigo me la presentó. Una francesa de muy buen ver, preciosa.
Quizás algo gordita, pero muy bonita. Me quedé prendado de sus curvas, de su atlética belleza. No tardé en pedirle que saliera conmigo.

Hoy lo he hecho y juntos hemos vivido una tarde increíble. Me ha llevado por caminos desconocidos hasta ahora para mí. Me ha hecho disfrutar muchísimo, aunque me ha llevado al límite. Acostumbrado a una relación digamos más tranquila, la experiencia que he tenido a su lado me ha desbocado completamente el corazón. Ha sido como un torbellino de sensaciones. A veces estaba arriba y otras abajo. No me ha dejado descansar en un solo momento y he intentado mantener el tipo como he podido.

Creo que habrá quedado contenta de mis “prestaciones”. Ha sido realmente exigente.
De todas formas, qué queréis que os diga, pensándolo bien esto sólo ha sido un desliz, porque a mí, la que realmente me gusta, y de la que aún sigo profundamente enamorado, es de mi flaca.


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miércoles, 25 de enero de 2012

GIGANTES


Foto: Laurent Rebous

No nos importa lo que digan de vosotros. No os lo merecéis. Vosotros nos hacéis felices, nos hacéis vibrar. Disfrutamos vuestras victorias y nos desconsolamos con vuestras derrotas. No merecéis que se dude gratuitamente de vuestro honor, ni de vuestro esfuerzo y sacrificio. Muchas veces no se acuerdan de las alegrías que nos dais. No tienen memoria. Que pronto se olvidan de las gestas que protagonizáis, de vuestras proezas, de correr día sí y día también al límite de vuestras fuerzas, subiendo y bajando puertos, algunos duros, muy duros, terribles.

Nos emocionáis. Devoráis kilómetros y kilómetros muchas veces a ritmo frenético. Ni siquiera podéis contemplar el paisaje. ¿El paisaje? Seguramente era muy bonito, pero vosotros ni os habéis fijado. No habéis podido. Ya puede llover o hacer frío, o un calor que os achicharre el cerebro debajo de vuestro casco, que vosotros salís igualmente a pedalear.

No os quejáis casi nunca. Y encima os maltratan. Eso sí, siempre os piden batalla y cuando no la hay os critican. Son aficionados de salón. Nunca están contentos. Cuando creen que les habéis fallado os condenan al infierno. Serán los mismos que meses antes os habrán elevado a los altares.

Os controlan siempre. Las 24 horas del día, los 365 días del año. Os miran con lupa. Se os presentan de improvisto, sin avisar, en vuestra propia casa. A cualquier hora, incluso de madrugada. Os incomodan. No son capaces ni de respetar vuestro preciado y escaso descanso. ¿Hasta cuándo vais a aguantar esta situación? Algunos ni siquiera os conocen. Ni a vosotros ni a este deporte. Seguramente muchos ni se habrán subido a una bicicleta. No saben lo que es el esfuerzo. Desconocen lo que cuesta poner una bici a 50 km/h ¡ni que sea en bajada!

Nosotros os seguimos admirando, como siempre. Del primero al último. Hay un dicho que dice que el que gana es un campeón, pero el farolillo rojo es un héroe. Eso es lo que sois para nosotros: unos héroes. Sólo por el hecho de estar ahí ya merecéis todo nuestro respeto, el que os deberían tener esos que dudan de vosotros, los que no os ven como entrenáis y lo que os cuesta estar en la línea de salida. Miles y miles de kilómetros de entreno, ya sea invierno o verano, para "estar ahí".

Esta gente no lo sabe, ni les importa. Dicen que miran por vuestra salud, sin embargo, ¿por qué no se preocupan de humanizar las carreras? ¿Por qué consienten que salgáis con temperaturas extremas a recorrer casi 300 km, en un día en el que además tenéis que subir no sé cuántos puertos de primera? Y además os piden lucha, hasta casi la extenuación. Sois unos héroes.

Viajáis. Os desplazáis de país en país, de vuelta en vuelta, de carrera en carrera, encima cada vez a tierra más lejanas. Solos con vuestros compañeros. Durante casi todo el año. Dejáis atrás familia, padres, hijos, amigos, para concentraros en vuestro trabajo. Qué poco agradecen vuestro sacrificio.

Lleváis vuestro físico al límite. Después de una dura carrera vuestro aspecto lo refleja: os quedáis flacos, casi en los huesos, y la cara quemada por el sol o llena de polvo y barro. Eso si habéis tenido suerte y no os habéis caído. Pero es igual, os volveréis a levantar, quizás con una clavícula o una costilla rota, quizás ensangrentados, con una herida abierta, con el maillot o el culote destrozado, pero os levantaréis y acabaréis la carrera ¡Qué duro es este deporte!

Ahora que de nuevo se alza el telón y vais a echar rodar, que sepáis que tenéis todo nuestro apoyo. A todo el pelotón. A todos los que formáis la serpiente multicolor, los líderes, los gregarios, los escaladores, los sprinters y los rodadores, los que ya estáis fuertes, los que lo estaréis más adelante, a los altos y a los bajos, todos, para nosotros sois GIGANTES.

(Publicado en PDL-PRO)


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